El estrés es esa tensión física o emocional que se produce cuando necesitas gestionar algo con urgencia, o porque algo te pone en peligro, o bien porque estás en una situación que te produce furia, enfado, incertidumbre.
El ser humano se ha enfrentado al estrés siempre, pero hasta ahora no nos habíamos dado cuenta de cómo afecta a nuestro descanso, metabolismo, y salud general.
Quiero mostrarte cómo se produce el estrés, qué reacciones físicas se producen, cómo afecta directamente a tu salud, y sobre todo darte herramientas útiles para gestionarlo.
El cortisol, la hormona del estrés
El cortisol es una hormona que se crea en las cápsulas suprarenales, situadas justo encima de cada riñón.
Se libera cuando hay una situación de estrés, aumentando los niveles de glucosa en el organismo, para así prepararnos para una posible huida o lucha..
Tu organismo está preparado para soportar estos cambios durante un corto periodo de tiempo, sin que esto sea un problema para el equilibrio de tu metabolismo. Lamentablemente las situaciones de estrés que vives hoy en día, no son seguramente estados de corta duración.
Problemas laborales y familiares, económicos, vivir en zonas con alto nivel de ruido, horarios interminables, tiempo perdido en los viajes al trabajo, llegar a casa y tener aún tareas que realizar. Mala calidad de sueño que influye en tu rendimiento diario, tener que comer alimentos de mala calidad fuera, o no poder sentarte tranquilamente a cenar con tu familia.
Lo que ancestralmente era un pico de estrés temporal por una situación que requería una huida o pelea, se ha convertido hoy en día en acciones que no ponen tu integridad fisica en peligro como norma general, pero que mantiene ese estado de nerviosismo durante un tiempo muy prolongado.
La liberación continua de cortisol, y los altos niveles de glucosa que se mantienen paralelamente, pueden afectar a tu salud de muy diferentes maneras.
En esta entrada en mi blog, hablo más sobre todo esto.
Las dos caras de tu sistema nervioso
Y es que tu sistema nervioso autónomo, ese que no puedes controlar y que se encarga de funciones como la digestión, ritmo cardiaco, activar o frenar el metabolismo, tiene dos caras muy diferenciadas pero perfectamente coordinadas.
El Sistema Nervioso Simpático (SNS) y el Parasimpático (SNPS).
Son como el acelerador y el freno en tu organismo. Nunca se pueden activar los dos al tiempo. Cuando uno se pone en funcionamiento, el otro deja de estar activo.
El SNS es el acelerador. Cuando se pone en marcha es el que dilata las pupilas, acelera el ritmo cardiaco, sube la presión arterial, bombea más sangre a los músculos. Te activa para la huida o la pelea.
El SNPS es el freno. Es el que, cuando está activo, te permite dormir, relaja la musculatura, baja la presión arterial, realiza la digestión, activa tu sistema inmune.
El estrés prolongado mantiene tu SNS en activo durante un tiempo tan prolongado, que acaba afectando a tu metabolismo, desequilibrándolo, y con ello la salud.
Problemas de sobrepeso, mal descanso, presión arterial alta, defensas bajas, mala función de la tiroides, dolores musculares y articulares, falta de concentración, pérdida de memoria, son un ejemplo de problemas que pueden aparecer por estrés prolongado.
Un estrés prolongado se manifiesta también con esa tensión muscular que mantienes sin motivo, que se manifiesta elevando los hombros de manera instintiva (un mecanismo natural de defensa), o apretando fuerte los dientes por la noche cuando duermes (bruxismo).
Un Sistema Nervioso Simpático en continua excitación no permite que el Sistema Nervioso Parasimpático realice correctamente sus funciones de activar el sistema inmune, realizar el proceso digestivo, absorber nutrientes, eliminar tóxicos, o conciliar el sueño.
La tendencia continua a esa sobreexcitación hace que cualquier situación, y sin motivo aparente, active la formación de cortisol. Es como si tu organismo se acostumbrase ya vivir en ese estado de estrés y tú tan siquiera te des cuenta de ello.
Si además tu tendencia genética es a sistema nervioso simpático, estas situaciones se agravan aún más. Todos tenemos por naturaleza una tendencia determinada a uno de los dos tipos de sistema nervioso.
En este test puedes averiguar hacia qué tipo de sistema nervioso tiendes.
Los alimentos y tu sistema nervioso
La alimentación es una de las mejores herramientas de las que dispones para frenar los efectos del estrés en tu salud.
Y es que si vives en un estado de nerviosismo continuo y además eliges los alimentos que sobreexcitan tu tipo de sistema nervioso, se van a incrementar todos los efectos que produce el cortisol.
Alimentos que sobreexcitan el sistema nervioso son las grasas saturadas, la sal, café, té. Por el contrario, alimentos que te relajan son, los vegetales de hoja verde, frutos secos crudos. En general todos los alimentos que tienen un alto contenido en magnesio.
El magnesio es el mineral por excelencia que relaja el sistema nervioso. Los bajos contenido de magnesio en la comida diaria en general, afectan directamente a la sobre excitación de tu sistema nervioso, además de mantener en continua contracción y alerta tu musculatura.
Pero realmente, si estos alimentos que sobreexcitan el sistema nervioso, son claves para una persona con tendencia a sistema nervioso simpático o acelerador, en el caso de una persona con tendencia a sistema nervioso parasimpático o freno, pueden convertirse en su mejor aliado.
Mi experiencia personal
En mi consulta veo a diario gente de SNPS o freno que llevando un estilo de alimentación con mucha verdura y proteínas con bajo contenido en grasas saturadas, y a las que el estrés afecta muy negativamente a su salud.
Es gente con unos niveles de energía bajísimos, que no tienen fuerza para afrontar una situación de estrés, y que acaban tendiendo a la tristeza y depresión.
En cambio una persona con tendencia a SNS o acelerador, que no se alimenta correctamente, acaba gestionando el estrés con estados de ansiedad descontrolada y prolongada. Es el grupo de personas a las que el estrés más afecta a su salud.
Es gente que vive en una situación de nerviosismo continuo, pero acaban por adoptarlo como parte de sus vidas, y ya no saben vivir sin ese estado de nerviosismo.
Saber la tendencia del sistema nervioso, qué alimentos son los que deben predominar y las proporciones de carbohidratos altos en azúcares a introducir, son la llave para reducir ese nerviosismo.
La persona recupera el equilibrio en su metabolismo.
Quien es tendente a SNPS o freno, obtiene la energía suficiente como para afrontar las situaciones que le causan ese nerviosismo.
Los tendentes a SNS o acelerador, no mantienen ese nerviosismo más allá del tiempo que perdure la situación de estrés.
Los pasos a seguir
Espero no te haya generado estrés todo lo que has leído hasta ahora.
Lo importante es identificar cuándo estamos es una situación de nerviosismo prolongado, y disponer de las herramientas para poder afrontarlo.
Aquí te dejo algunas recomendaciones que te van a ayudar a reducir los niveles de estrés y mejorar tu salud general.
Hidratación
Es uno de los pasos más importantes a seguir.
La correcta hidratación mejora la ansiedad y el nerviosismo. Estás aportando altas cantidades de oxígeno a nuestras células.
Simplemente un 2% de deshidratación hace que pierdas concentración, memoria, tiempo de reacción.
Tu cuerpo necesita altas cantidades de agua para reducir los niveles de cortisol en el organismo.
Divide tu peso en kg entre 7, y el resultado son los vasos de agua de 250 ml de agua que debes beber al día.
Recuerda que alimentos cargados de azúcares, alcohol, café, refrescos con edulcorantes químicos hacen que tu organismo tenga que utilizar más agua para equilibrar de nuevo los niveles de ph. Te están deshidratando.
Imagina las consecuencias un día en el que llevas mucho estrés acumulado, y lejos de hidratarte, te sientes sin energía y recurres a una bebida energética.
Alimentación
Consume los alimentos que corresponden a tu sistema nervioso.
Si eres tendente a SNS o acelerador, tienes que consumir más vegetales de hoja verde, menos grasas saturadas, menos sal y café.
Si eres tendente a SNPS o freno, tienes que consumir más grasas, menos vegetales de hoja verde.
Y en los dos casos reduce los alimentos que contienen carbohidratos que suben en exceso los niveles de insulina en el cuerpo. Harinas, pasta, arroz, patata, dulces, frutas (excepto manzana verde y fresa).
Manten un periodo de al menos 12 horas entre tu cena y el desayuno. Este periodo, llamado ayuno intermitente, te va a dar grandes beneficios a la hora de liberar tóxicos, regenerar células, mejorar los procesos digestivos.
Mejora tu descanso
Ten la costumbre de acostarte siempre a la misma hora. El organismo necesita seguir una rutina de descanso.
Es necesario que sigas los ritmos biológicos naturales, y en la medida de lo posible y acostarte no más tarde de las 23 horas.
Mantén la habitación lo más oscura posible. La hormona melatonina se genera cuando no hay luz, y te ayuda a conciliar un sueño profundo y reparador.
Cualquier estímulo lumínico puede alterar la creación de melatonina, y con ello la interrupción de un sueño reparador. Si esto no es posible, puedes utilizar un antifaz.
No veas televisión o estés con móvil o tablet antes de dormir. La luz que producen las pantallas alteran el ciclo natural de creación de melatonina.
Reduce la exposición a ondas electromagnéticas de tu entorno. Desconecta la red wifi, no duermas con tu móvil cerca de ti, o mantenlo en modo avión. Desenchufa aparatos eléctricos que tengas en la habitación, aunque estén apagados generan también ondas electromagnéticas.
Contacto con la naturaleza
Ve a diario al parque en la ciudad donde vives, aprovecha tus días libres para ir al campo, montaña o playa. Camina unos minutos descalzo sobre arena, hierba, en un río. Hacer contacto directo con la tierra es una terapia infalible contra el estrés.
Ejercicio físico
Cuando haces ejercicio se liberan endorfinas, una sustancia que se genera en nuestro cerebro y reduce los niveles de estrés. Ya sea una caminata a un ritmo alto, como ejercicios donde haya una intensidad mayor en periodos de tiempo cortos, es una actividad que regula tu sistema nervioso.
Genera oxitocina
La oxitocina reduce los niveles de cortisol en el organismo.
La meditación, realizar ejercicios de respiración durante unos minutos, acariciar animales, dar un largo abrazo, escuchar música clásica, son algunas de las acciones que puedes llevar a cabo para generar la hormona que más reduce los niveles de estrés en el organismo.
Complementos que te ayudan
El citrato de magnesio. Es un mineral que relaja el sistema nervioso y nos ayuda a descansar y bajar los niveles de estrés. Activa los receptores GABA de nuestro cerebro, un neurotransmisor que relaja el sistema nervioso.
La vitamina B. El conjunto de todas las vitaminas B son reguladores del sistema nervioso. En especial las vitaminas B3 y B6 actúan reduciendo los niveles de nerviosismo y ansiedad.
Rhodiola Rosea. Es una planta cuya raíz tiene propiedades que ayudan a combatir el estrés.
Ashwagandha. Es una planta que contiene sustancias químicas que reduce el nerviosismo y baja la presión arterial.
Probióticos. La serotonina, hormona de la felicidad, se genera en su mayoría desde nuestra flora bacteriana. Mantener un equilibrio correcto en la microbiota intestinal regula nuestro sistema nervioso y nos hace afrontar mejor las situaciones de estrés que se nos presentan a diario.
Recuerda que la toma de suplementos alimenticios debe estar supervisada por un profesional de la salud. Los suplementos también tienen contraindicaciones y pueden influir en la acción de otros medicamentos que pueda estar tomando la persona.
En mi programa «Salud y Metabolismo. Biorregulación» hago un estudio personalizado de los hábitos de la persona y creo un método a medida para devolver el equilibrio al sistema nervioso.
Puedes contactar conmigo y consultar personalmente tu caso a través de estos medios
No atiendo llamadas telefónicas ni llamadas por whatsapp, solamente mensajes
Las terapias naturales que aparecen en esta web no sustituyen tratamientos que la persona ya tenga prescritos. No es una terapia sanitaria.
Estas terapias no curan enfermedades ni patologías; ayudan y complementan otros tratamientos médicos, sin sustituir ni interferir en estos.
Antes de iniciar cualquier terapia complementaria, aconsejamos que consulte con su especialista médico.