La gente no comprende mi dolor

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Cuando alguien sufre dolor físico y de manera prolongada es indudable que quedan pocas ganas de fiesta, risas y el desánimo acaba convirtiéndose en compañero de fatiga diario.
El cambio que en nuestras vidas puede producir una lesión crónica muchas veces no es comprendido por los que se encuentran alrededor.
En la entrada de hoy me gustaría aportar mi experiencia con cientos de pacientes que no sólo llegan muchas veces a la consulta buscando alivio para su dolor, que buscan muchas veces unas palabras de ánimo o aferrarse a la posibilidad de mejorar. Desde mi humilde punto de vista externo, me sitúo en los dos extremos de la habitación. Misma situación, pero con la mirada desde puntos de vista diferentes.

18 años atendiendo pacientes podrían parecer suficientes para escribir un patrón de conducta general, pero siempre llega alguien que de nuevo vuelve a replantearte qué es lo que sucede en la mente de alguien con una lesión crónica y cómo esto puede afectar a su recuperación.

Cuando nos quejamos de un dolor hay un momento de alivio, pero esta actitud, cuando acaba convirtiéndose en un hábito, se transforma en una necesidad de llamar la atención alrededor. Ni siquiera se produce ya ese pequeño alivio de cuando nos quejábamos de forma puntual al principio.

La sensación de ser escuchados y comprendidos desaparece, y aquí juntamos dos situaciones: La del que sufre el dolor, porque cuando hacemos algo de manera que nos satisface durante mucho tiempo y a menudo, ya no satisface. Y la del que escucha, porque estar escuchando muchas veces la misma situación acaba por hacer que ni siquiera prestemos atención.

Ninguna de las dos partes es responsable de esto, nuestro cerebro tiende a dejar de prestar atención a cosas que ya no sorprenden. Gente que vive junto a una estación de tren que al principio escuchaba uno por uno cada tren que pasaba,  con el tiempo ya apenas se da cuenta salvo alguno puntual. Los trenes siguen pasando, nuestro cerebro ya no presta atención.

La mente es capaz de hacernos ver que lo que pensamos de manera constante es una situación real, sea positivo o negativo, lo desees o no. No hablo de que te toque la lotería, me refiero a situaciones cotidianas, la gente que atraes a tu alrededor, a situaciones laborales, económicas o relaciones de familia.

Todo lo que llega a tu vida, lo atraes. Tampoco quiero decir que hayas buscado tener una lesión o una determinada dolencia. Cuando la persona padece un dolor como puede ser el de hernia discal, es fácil que se retire el interés por mucho de lo que nos rodea y nuestro día a día esté únicamente centrado en pensar en el dolor y lo difícil que es seguir adelante con ello.

Esto acaba por convertirse en un círculo difícil de romper, porque además en la mayoría de los casos el caso continuo que hacemos a la lesión, como por ejemplo puede ser mirar en internet artículos como este, se centra en leer algo que sea similar a lo nuestro o las experiencias negativas que tiene la gente y comenta en la red.

Decenas de veces he escuchado en consulta comentar a pacientes que empiezan a padecer una hernia discal, que de repente mucha gente a su alrededor sufre lesiones discales o de espalda similares. Algo que antes había pasado inadvertido o simplemente no hacíamos caso. Sorprendentemente en la mayoría de los casos estos pacientes acaban teniendo una afinidad especial con gente con situación similar a la de ellos, creando vínculos con aquellos que también han caído en ese círculo de, le voy a llamar sin ánimo de ofender “Buscadores de sufrimiento”.

La mente es capaz de hacernos ver que lo que pensamos de manera constante es una situación real, sea positivo o negativo, lo desees o no. No hablo de que te toque la lotería, me refiero a situaciones cotidianas, la gente que atraes a tu alrededor, a situaciones laborales, económicas o relaciones de familia.

Esto no se produce por arte de magia, ni por la alineación de los astros, tampoco porque el ascendente de nuestro horóscopo tienda a ello. Cuando prestamos atención continua a algo, o pensamos en una situación constantemente, las acciones, personas y objetos que nos rodean y que tienen que ver con lo que pensamos reciben el foco de nuestra atención y nos roba el interés que teníamos en otras cosas.

Así de sencillo, y tan complicado de comprender algunas veces. Cuando nos queremos comprar un coche y nos gusta un determinado modelo, pensamos en él gran parte de nuestro tiempo y comenzamos a verlo más a menudo, aunque sea un coche poco habitual. Incluso se lo comentamos a gente cercana y muchos nos dicen que jamás lo habían visto, y tú ese día has llegado a ver 5 ó 6. No se han reproducido, ni de repente a todo el mundo le gusta ese modelo; el coche estaba ahí, pero tu atención estaba en otras cosas.

Si padecemos un dolor o lesión, nuestro foco de atención continua sobre el dolor nos lleva a dos posibles situaciones:

  • La víctima que padece el dolor pero que en su mente sólo está la situación negativa. No saldré adelante, esto no me deja hacer mi vida, jamás volveré a estar bien. Son pacientes que pasan su vida visitando especialistas para obtener decenas de diagnósticos y pruebas médicas. También acuden a alguna terapia, pero no tienen continuidad en ninguna, o comienzan unos ejercicios que le recomendaron pero que apenas los hace dos semanas seguidas.
  • El paciente que padece la lesión y centra su foco en mejorar su lesión. Voy a seguir con mi actividad, me encuentro mucho mejor que hace unos meses, esta terapia me está  sentando muy bien.

Podemos predecir quién va a mejorar, incluso quién tiene más probabilidad de recuperarse totalmente, casi con un 100% de probabilidad de acierto. Por mis manos han pasado casi 2000 pacientes y rara vez me he equivocado en saber qué pacientes iban a mejorar, quién no, incluso quién a pesar de entrar en quirófano no iba a obtener resultados satisfactorios.

Esta capacidad de adaptar nuestro cerebro a una situación podemos darle la vuelta a nuestro favor. Nuestra cabeza no distingue si el pensamiento que tenemos es bueno, malo, negativo o positivo, lo procesa y punto.

Aquí te doy unos consejos que pueden ayudarte si padeces una hernia discal o cualquier otra lesión o dolencia

  • Centra una parte de tu atención en la lesión, pero en cómo tratarla y cómo mejorarla. No te centres en cómo te duele ni si ayer no te dolía esa zona, etc.
  • Continua haciendo tus actividades en la medida que te lo permita la lesión, y aunque no puedas realizarlas hasta que te encuentres mejor, sigue centrándote en esa caminata por la montaña, o esa ruta en bicicleta que quieres hacer planeando o poniéndolo como objetivo.
  • Si buscas información en internet intenta no entrar en foros en los que generalmente sólo escribe la gente que tiene experiencias negativas. Recuerda, somos lo que atraemos y viceversa.
  • Realiza los ejercicios que te recomiende tu terapeuta. Hazlos de manera puntual, igual que comemos, nos aseamos o vamos a trabajar. No hay nada más importante en nuestras vidas que tener una salud óptima, y el tiempo que empleamos en cuidarnos nos hacer sentir bien con nosotros mismos.
  • Utiliza para completar tu tratamiento medicina natural o suplementos que te ayuden a cuidarte y que no perjudiquen otra parte de tu organismo. La sensación de cuidarse en cada detalle de forma natural es una terapia extraordinaria.
  • Quéjate lo menos posible, si hay que hacerlo que sea durante unos minutos y una vez acabado ese periodo oblígate a no volver a hacerlo el resto del día. No seamos víctimas ni “Buscadores de sufrimiento”, somos gente que afronta la lesión y se ocupa de ella.
  • Cuando coincidas con gente que se centra en la queja, ofrece unas palabras de ánimo y hazle ver que tú con la actitud que tienes te encuentras mucho mejor. Si entramos en el enfrentamiento de queja-queja, lo atraeremos más.
  • Cuando te pregunten sobre tu lesión, di siempre que mejor, aunque sea mentira, aunque sea el peor día de la semana. Si es inevitable hacer una alusión a que te has levantado mal, que sea unos segundos, pero siempre continua la conversación con un “me estoy encontrando mucho mejor en general” por ejemplo.
    Esto tiene dos efectos, lo que comentábamos antes, atraemos lo que pensamos, y si es negativo aunque no lo queramos, también. Y en segundo lugar, la gente de alrededor estará mucho más cómoda conversando con una persona positiva que con alguien que sólo se queja. Cuando alguna vez necesites esas palabras de ánimo y de apoyo de tus seres queridos, ellos estarán ahí para hacerlo.
  • Busca ejemplos de gente que haya padecido tu lesión o incluso deportistas de élite que hayan salido adelante. Tómalos como referencia, si ellos lo consiguieron, ¿Por qué no ibas a hacerlo tú?

Por muchas terapias que hagas, antiinflamatorios que tomes o ejercicios que realices, en tu mente tienes la mejor herramienta para afrontar la lesión. Si no controlamos lo que pensamos, difícilmente tendremos control de lo que sucede en nuestro organismo.

La lesión física está ahí, el dolor también, y no vamos a hacerlo desaparecer así como así. Lo que puedo garantizarte es que la queja, y estar siempre pendiente de la dolencia que tienes no te va a ayudar en tu recuperación. Deja de preocuparte gastando tiempo y energía, empieza a ocuparte ya desde hoy de tu lesión. Nadie mejor que tú tiene las herramientas necesarias para tener una buena salud, confía en ti.

Espero que la entrada haya sido de ayuda. Puede que te sientas identificado/a con lo que has leído, o estar en desacuerdo con alguna  o todas las cosas que escribí. He escrito lo que mi experiencia y mi situación personal me ha enseñado a lo largo de 15 años. Puede ser cierto o no, no hice ningún estudio científico para corroborarlo, pero si esto puede ayudar a una sola persona doy por bueno el trabajo realizado.

Un saludo y nos vemos en breve si así lo deseas.

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