Estreñimiento crónico. Causas y tratamiento

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De los trastornos gastrointestinales que podemos sufrir, el estreñimiento es uno de los más habituales y más molestos. Cuando nuestro organismo no es capaz de realizar sus funciones de manera periódica nos está avisando que algo no hacemos bien, o algo no marcha bien.

En la entrada de esta semana nos vamos a ocupar de llegar un poco más allá de las causas más habituales que pueden producir estreñimiento. Desde la osteopatía como terapia manual para tratar las relaciones neurológicas de nuestra columna y el intestino grueso, a las emociones, pasando por nuestros hábitos alimenticios.

El término estreñimiento hace referencia a la apreciación de cada individuo sobre su hábito intestinal. Resulta muy difícil determinar cuando una persona sufre de lo que llamamos “estreñimiento”.

Generalmente utilizamos como criterio más objetivo la frecuencia de la defecación, y consideramos estreñido al que evacua menos de 3 veces a la semana. Sin embargo, este criterio no es suficiente por sí mismo, ya que muchos pacientes con estreñimiento refieren una frecuencia normal pero con otras molestias, como un esfuerzo excesivo, heces muy duras o una sensación de evacuación incompleta.

Las causas más frecuentes de estreñimiento hoy en día son

  • La dieta. La falta de fibra, alimentos procesados, alcohol, exceso de proteína animal, mala absorción de nutrientes.
  • El agua. No beber suficiente agua y que esta no nos hidrate correctamente. Esto sucede cuando tomamos agua no estructurada y cargada de tóxicos y/o metales pesados, como encontramos en el agua del grifo y en la mayoría de las aguas embotelladas.
  • Sedentarismo. Nuestras vísceras necesitan del movimiento mecánico de nuestra pelvis para tener un correcto funcionamiento.
  • Relacionado con enfermedades como la Diabetes o problemas de tiroides, colon irritable, enfermedad de Crohn.
  • Causas emocionales. El estrés también afecta a nuestro tránsito intestinal, así como nuestras emociones.
  • Medicación. Analgésicos, antibióticos, antiinflamatorios, hipotensivos, son algunos de los medicamentos que contribuyen a que suframos de estreñimiento, destruyendo la flora intestinal.
  • Lesiones lumbares. Una hernia discal, lumbalgias, pueden influir en nuestro tránsito intestinal.

Uno de los errores más frecuentes que cometemos cuando padecemos estreñimiento es recurrir a los laxantes, microenemas o incluso remedios naturales que fuerzan un poco de manera no natural la evacuación. Es necesario muchas veces utilizar alguno de estos remedios, antes que agravar el problema, pero hoy en día esto se ha convertido en algo de uso diario.

Nuestro organismo tiene un mecanismo natural para forzar la evacuación a diario, este mecanismo debería activarse siempre después de haber realizado una de las comidas. Muchos hemos creído durante tiempo que una evacuación al día es síntoma de un tránsito intestinal correcto, pero en realidad deberíamos hacer “los deberes” siempre después de cada comida.

El tomar laxantes u otros medios para facilitar la evacuación altera este mecanismo natural. El ámbito social tampoco ayuda mucho, no siempre nos encontramos en un sitio adecuado, o tenemos que trabajar, viajes. Durante toda la vida, salvo en nuestros primeros meses de vida, hemos tenido que luchar con este condicionamiento social.

NUESTRA COLUMNA

Desde un punto de vista más fisiológico también nuestra columna puede ser responsable de una alteración en el tránsito intestinal y viceversa, un mal tránsito intestinal llevarnos a padecer lesiones lumbares.

Cada parte de nuestro organismo tiene una inervación nerviosa, esto quiere decir que a cualquier rincón de nuestro cuerpo llega un impulso nervioso que determina movimiento, sensibilidad. Nuestro aparato digestivo no es menos, y en el caso del intestino delgado y grueso encontramos su origen nervioso en la columna a nivel lumbar.
Además nuestro intestino grueso y delgado se unen a columna lumbar mediante tejido muscular. Un correcto alineamiento pélvico y una buena movilidad de todas nuestras vértebras lumbares son una garantía de un buen tránsito intestinal, siempre que el problema gastrointestinal tenga su origen en una lesión mecánica de columna.

Una excesiva curvatura lumbar, producida por la debilidad de la musculatura abdominal, escolisosis, protrusiones y hernias discales, lumbalgias, estenosis del canal medular, son algunas de las lesiones que podemos padecer en nuestra espalda y que pueden derivar en un mal tránsito intestinal.

EL MOVIMIENTO VISCERAL

La peristalsis, es la contracción natural del estómago y de los intestinos por la cual se impulsan de arriba abajo las materias contenidas en el tubo digestivo.

Su función es movilizar los alimentos a través del aparato digestivo, así como la orina desde los riñones a la vejiga, o la bilis desde la vesícula biliar hasta el duodeno.

El sedentarismo, lesiones de espalda, o malos hábitos alimenticios pueden alterar este movimiento natural que moviliza los alimentos a través del tubo digestivo.

ALIMENTACIÓN

No creo que a estas alturas tengamos que recordar que nuestros hábitos alimentarios son determinantes a la hora de padecer estreñimiento. Nuestra dieta está muy baja en fibra, y tomar fibra no es desayunar cereales procesados con escamas de chocolate.

Nuestra dieta debe estar formada en un 60-70% de vegetales y frutas, y en su mayoría crudos para conseguir una cantidad óptima de fibra.

La especialista en Gestión Emocional y Alimentación Consciente, Diana García, nos aconseja:

Es importante que cuides tu alimentación. Intenta comer fruta únicamente por la mañana sin mezclarla con otros alimentos. La combinación de los alimentos es fundamental para ayudar al tránsito intestinal.
Elige hidrato o proteína, pero uno solamente, y acompáñalo de una buena ración de ensalada y de verdura cocinada. Introduce zanahoria rallada en cada comida para facilitar la evacuación.
Intenta reducir o eliminar la comida envasada, y cambia el pan blanco y arroz blanco por integral.

EL AGUA

Nuestro cuerpo es un 70% agua, y nuestro intestino necesita una correcta hidratación para realizar sus funciones. El bolo alimenticio cuando llega al final de su proceso puede quedar deshidratado si no consumimos la cantidad de agua suficiente, produciendo heces secas y duras.

El agua del grifo que consumimos está plagada de tóxicos, metales pesados, cloro, algo nada saludable para nuestro sistema digestivo y mucho menos para obtener una correcta hidratación.
Las aguas embotelladas en su mayoría son de muy baja calidad y las que están envasadas en plástico se contaminan del bisfenol que contienen estos plásticos simplemente estando expuestas a una temperatura de 18 grados o más.

Es recomendable tener en nuestras casas un efectivo sistema de filtrado que nos asegure beber un agua limpia, pura y estructurada. En este artículo que publiqué hace algunas semanas, puedes ver algo más sobre el agua.

LAS EMOCIONES

Las emociones también pueden ser motivo de un mal tránsito intestinal. Es indudable que el estrés que genera el no disponer de tiempo en nuestra jornada implica no tener una regularidad en nuestras comidas y en muchos casos nos empuja a comer “cualquier cosa”.

Pero hay una implicación mucho más directa de nuestras emociones en el intestino. Nuestro aparato digestivo y nuestro cerebro tienen una conexión muy directa. ¿Quién no ha perdido el apetito después de un disgusto, o ha sufrido un cólico tras una mala noticia?

Podemos profundizar aún más en nuestras emociones, que también son capaces de bloquear nuestras funciones orgánicas.

Diana García nos dice:

En muchos casos el estreñimiento está relacionado con “Quiero retener algo, no quiero soltarlo”, “no quiero olvidar, no quiero perdonar”, o por una sensación permanente de carencia.
Para liberar esas carga emocional, es importante dejar ir lo que ya no necesitamos, permitirnos avanzar y soltar, para poder dar espacio a lo nuevo y a lo abundante.

“Salta, y la red aparecerá” Cierra los ojos, conecta con tu respiración, observando cómo el aire entra y sale por tu nariz, y después de unos minutos, pregúntate cuál es el mensaje que necesitas darte.

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